La perdicera utiliza para criar roquedos de pequeño a mediano tamaño en función de su disponibilidad. No necesita de grandes paredes verticales para ubicar sus nidos.
Su necesidad básica es de pequeñas repisas o grietas en lugares poco transitados donde pueda pasar desapercibida. En ocasiones los nidos son fácilmente accesibles, incluso a pié. Esta característica ha hecho que en el siglo pasado se llegara a robar las presas, conejos y perdices, que los adultos llevaban al nido amarrando el pico a los pollos para que no las pudieran comer.
En general la perdicera instala sus nidos en las zonas periféricas de las sierras, entre los 400 y los 800 metros de altitud, aunque se han descrito ubicaciones de nido hasta los 1.500metros de altitud, así como en acantilados marinos.
Puede empezar las puestas, especialmente en el sur y levante tan temprano como el mes de enero, y habitualmente pone dos huevos. Los pollos permanecen unos 60 días en el nido hasta su primer vuelo y son alimentados casi exclusivamente por la madre, limitándose el padre a aportar las presas durante la crianza.
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